Superadas las limitaciones que conlleva sentarse en unas sillitas tamaño mini, juntos compartieron este tiempo de comedor, que los niños y niñas de dos años están conociendo, mientras que para los de Sexto está apunto de finalizar.
Una experiencia diferente que permite a los "mayores" volver la mirada a una infancia quizá ya lejana para ellos, y desplegar un trato tierno y cariñoso hacia sus "jóvenes" compañeros-as.
Acabada la comida, llegó el momento de la siesta...también algo tentadora para los alumnos-as de Sexto, que no hubiesen dudado en tumbarse en la camita, utilizando, según ellos mismos, a los propios niños-as de dos años como sus ositos de peluche.
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