Finalmente el temporal permitió celebrar el aplazado y
esperado Carnaval.
La jornada
festiva arrancó con el tradicional Taller de Cocina de Carnaval, en el que la clase de Quinto de primaria,
dirigida por la cocinera Mónica Calderón, se encargó de elaborar los frisuelos/buñuelos de Carnaval que fueron
ofrecidos como rico desayuno para todo el colegio.
Y es que como dice un Dicho de carnaval en Liébana: “ Sábado frisueleru, domingo torrezneru,
lunes buen pucheru, martes el gallón y el miércoles se acabó la función ”.
Por
la época del año en que tiene lugar, el carnaval era también un momento de hartazgo
y exceso en lo gastronómico, ya que coincidía con la matanza del chon y además precedía a la Cuaresma , un tiempo de
privación.
En
lo valles altos: Polaciones, Liébana y Campoó se hacían frisuelos, una masa
líquida, pero espesa ( similar a la de los crêps) frita en abundante aceite y
espolvoreada con azúcar.
En
Cabuérniga, lo más propio del carnaval eran las tostadas de pan o “torrejas”, que se freían en la grasa
del marranu. También
se hacían durante todo el año unos “tortos
fritos”, a base de harina de trigo, leche, huevo…similar a los frisuelos de
los valles altos. Esta receta comenzó a circular a partir de los años 40 con la
sección femenina.
Otra costumbre por el “Antruidu” era empezar la “morcilla pudría”, o
morcilla de año para añadir al cocido. Por estos días la olla iba “bien
cumplida”. También las orejas y la careta del chon, que se había usado como
máscara de carnaval, se echaban al puchero, ya desaladas.
Iniciada
la Cuaresma ,
muchos de estas comidas eran “pecaminosas”. No sólo la carne, sino las cosas
fritas con grasa de cerdo. Por eso se cuenta que, por ejemplo, los huevos se
frían en leche.
Gracias a Mónica Calderón y a Aparicio Gómez (también cocinero y experto en temas etnográficos).
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