Se
inicia la temporada de canicas. Por tercer año consecutivo este juego
tradicional, traspasa la clase de E. Física, domina el patio, y la actividad lúdica de los
recreos cambia de espacio: de la periferia de las casetas, arropadas por la
pared de piedra y las hayas, se pasa al centro, a la tierra pisada y lisa de debajo de la
hilera de robles americanos.
Curso a curso se van forjando buenos jugadores-as, los más pequeños-as emulan a los mayores. También ellos aspiran a ganar la transparente “canica del mundo”. Los pantalones con las rodillas manchadas de tierra hablan de un juego con esencia. Las bolsucas de tela que encierran esos tesoros multicolores se vuelven ya complemento indispensable en la mochila. Las canicas ruedan ya, con trayectoria calculada y precisa….
Curso a curso se van forjando buenos jugadores-as, los más pequeños-as emulan a los mayores. También ellos aspiran a ganar la transparente “canica del mundo”. Los pantalones con las rodillas manchadas de tierra hablan de un juego con esencia. Las bolsucas de tela que encierran esos tesoros multicolores se vuelven ya complemento indispensable en la mochila. Las canicas ruedan ya, con trayectoria calculada y precisa….
¡Ay,
las inmemoriales canicas! …contrapunto a
la actual fantasía cibernética;
nostálgico juego que pone a los
niños-as sobre la tierra. La tierra
limpia que los árboles generan para que los niños-as jueguen.
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